La Cenicienta
Había una vez una joven llamada Cenicienta. Ella vive en una casa grande con su madrastra y sus dos hermanastras. La madrastra es muy mala y sus hermanastras son arrogantes. Cenicienta trabaja todo el día. Ella limpia la casa, cocina la comida y lava la ropa. A pesar de todo, ella siempre tiene una sonrisa y un corazón lleno de esperanza.
Cada mañana, Cenicienta se levanta temprano. Ella prepara el desayuno para todos y después se encarga de las tareas de la casa. Mientras sus hermanastras usan ropa bonita y se peinan frente al espejo, Cenicienta limpia el piso. Su vida es difícil, pero ella sueña con un futuro mejor.
Un día, el rey anuncia que se hará un gran baile en el castillo. El príncipe busca una novia y el rey invita a todas las jóvenes. Las hermanastras de Cenicienta se alegraron y se prepararon para ir al baile. La madrastra les dijo:
– Ustedes se verán muy bonitas y el príncipe las amará.
Cenicienta escuchó estas palabras con tristeza, porque ella no fue invitada. La madrastra le dijo:
– Tú debes quedarte en casa y hacer todas las tareas.
Cenicienta obedeció. Ella se puso triste, pero guardó su esperanza en el corazón.
Esa tarde, mientras Cenicienta trabaja en el jardín, aparece una mujer extraña. Ella lleva una capa brillante y un sombrero sencillo. La mujer se acercó a Cenicienta y le dijo:
– Yo veo en tu mirada que tienes un gran corazón. Yo puedo ayudarte a ir al baile.