La Bella y la Bestia
Había una vez, en un pequeño pueblo, una joven llamada Bella. Ella era muy amable y le gustaban mucho los libros. Bella vivía con su padre, Maurice, un hombre muy simpático e inventivo. En el pueblo, la gente hablaba de Bella con cariño porque ella era diferente y tenía un gran corazón.
Un día, Maurice prepara un viaje para mostrar sus inventos en otra ciudad. Antes de partir, Bella le dice:
– Papá, yo me quedo en casa y espero que regreses pronto.
Maurice responde:
– No te preocupes, Bella. Yo vuelvo enseguida.
Mientras Maurice viajaba, ocurrió algo extraño. En el camino, se perdió en un gran bosque y llegó a un castillo antiguo. El castillo era muy grande, y parecía abandonado. Maurice se sorprendió al ver la hermosa rosa que había en el jardín. Decidió entrar y arrancarla para llevarla de regalo a su hija Bella. En ese momento, el jardín se llenó de sombras y apareció la Bestia.
La Bestia era un hombre grande con un aspecto terrible. Su cuerpo estaba cubierto de pelo y su voz era grave. Con enojo, la Bestia dijo:
– Tú tomas lo que es mío.
Maurice, con miedo, respondió:
– Yo no sabía. Yo te regreso la flor de inmediato.
La Bestia le dijo:
– La deuda es muy grande. Tú pagarás con algo que amas mucho.
La Bestia encerró a Maurice en el castillo, y la noticia llegó al pueblo. Bella se preocupó mucho por su padre y decidió ir al castillo para salvarlo. Aunque tuvo miedo, Bella pensó:
– Yo iré. Yo amo a mi padre y no lo dejaré sufrir.